lunes, 23 de febrero de 2015

Probando el encuadre holandés, apuntando en diagonal

Muchas veces habrás observado alguna foto similar a la que está a la derecha y no habrás reparado en la “trampita” visual de su autor.

Estás delante de un motivo fotográfico pero en vez de enfocar de forma lógica giras la cámara consiguiendo un dinamismo que quizá hará más atractiva esa toma. Sin saberlo estás usando el “plano holandés o aberrante”, que empezó a utilizarse en cine pero que también traspasó la barrera hacia el medio fotográfico.

Este plano se consigue cuando la cámara se inclina, generalmente de 25° a unos 45°. Y a pesar que lleva el nombre de “plano” de ninguna manera lo es, más bien podría ser incluido dentro del grupo de las posiciones de cámara.
Suele ser un tipo de plano donde predominan los “encuadres raros”, en diagonal y el empleo de ángulos novedosos, como el plano holandés o inclinado.


El uso de esta técnica crea un estado de ánimo muy específico. Debido a que la gente naturalmente tienden a encontrar un horizonte aún cuando sea posible, un ángulo holandés puede provocar a los observadores a sentirse inquietos o incluso nerviosos e indicarle que va a suceder algo o que algo no va bien.
Con él se intenta expresar inestabilidad en una situación o en la personalidad de un individuo. Este tipo de plano se usó bastante en el cine alemán de los años 30 y 40, de ahí su nombre “Deutsch”; que ha sido confundido con la palabra inglesa “Dutch” (holandés).
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La verdadera razón del uso del plano holandés radica en el papel de las diagonales en la composición, que, como sabes, ofrecen velocidad, dinamismo, tensión a la composición y, además, suponen una fantástica guía para conducir la mirada a través de la fotografía.


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